12 de septiembre del 92: caída de terrorista Abimael Guzmán, para no olvidar

Martes, 12 Septiembre 2017 - 11:30am

Chiclayo en Línea.- El 12 de septiembre de 1992 la historia del Perú cambió. Abimael Guzmán Reynoso, cabecilla máximo del grupo terrorista  Sendero Luminoso fue  atrapado después de un paciente trabajo de inteligencia, y un flash informativo sacudía la monocorde programación sabatina de la televisión peruana.

Fuentes policiales informaban que a las 20:05 horas de aquel 12 de setiembre de 1992, Abimael Guzmán, cabecilla del radical movimiento subversivo Sendero Luminoso, “el principal enemigo del país”, el “camarada Gonzalo”, había sido atrapado en Lima por agentes de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (Dincote).

El Partido Comunista-Sendero Luminoso (SL) era considerado “el movimiento terrorista más sanguinario del mundo”.

Y quizás los niños y jóvenes de hoy, sí aquellos que forman parte de esta era digital, poco o nada sepan de este líder terrorista, que fue el causante directo de la muerte de más de 25 mil peruanos, cifras extraoficiales con tendencia a que sean muchos más.

Y de la destrucción de nuestro país que durante más de una década fue descarnado, destrozado y quedó en escombros en todos los aspectos: político, social, estructural y económico. Se estima que 21,000 millones de dólares en pérdidas dejó sendero tras su criminal accionar durante 12 años, cifra que se equiparaba a la deuda externa de aquel momento.

Para el Perú esos 12 años de vida en las sombras de SL habían significado, según las cifras oficiales de la época, más de 25,000 muertos, 23,000 atentados y 21,000 millones de dólares en daños.

Hasta el momento de su captura, Abimael Guzmán era un fantasma de 57 años. Las mayorías no sabían si estaba vivo o muerto. Se había publicado en 1988 la famosa “Entrevista del siglo”, en la que el egocentrista Guzmán se hacía llamar “presidente Gonzalo”.

Su fantasmagoría era lo mejor para su leyenda negra y SL, que creaba a la par un repertorio atroz, amparados en una revolución social; fabricaron su vocabulario, con “ajusticiamientos” o asesinatos selectivos de autoridades, políticos, policías, religiosos; y masacres de cientos de civiles.

Desde 1979, este arequipeño, profesor de filosofía de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, había pasado a la clandestinidad. A su vez, SL pasó de pequeña y radical fracción de la izquierda ayacuchana, a inicios de los años sesenta, a ser un grupo maoísta sangriento.

Pasó de movimiento político al interior de la universidad a organizar barrios de la capital ayacuchana e iniciar un acercamiento con los campesinos.

Guzmán autoproclamó a SL la “Cuarta Espada” de la revolución mundial: marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo.

Cae “El Cachetón”

Al día siguiente, domingo 12, los diarios demoraron en aparecer en los quioscos. Todos habían cerrado sus ediciones de amanecida.

La palabra que dominó los titulares fue “cayó”. “Cayó Abimael”, como decía la edición de El Peruano de aquel día. Las principales agencias del mundo, UPI, AFP, Reuters, mundializaban la información y calificaban el suceso como “la captura del siglo”.

Con el transcurrir de las horas, se fueron conociendo y afinando detalles. La captura sucedió a las 20:40 horas, producto de un trabajo de meses del grupo de élite de la Policía Nacional del Perú (PNP).

El general Ketin Vidal, entonces director de la Dincote, llegaría luego hasta la vivienda que los agentes habían intervenido y Abimael Guzmán lo recibiría con una frase ya histórica: “Ahora me tocó perder”.

Aunque se trató de atribuir este triunfo a la clarividencia del gobierno de Alberto Fujimori y su asesor del Servicio de Inteligencia Nacional, Vladimiro Montesinos, con los años se aclararía que fue el trabajo de filigrana de los 82 integrantes del Grupo Especial de Inteligencia Nacional (Gein).

Ellos se enfocaron en esta misión los siete días a la semana y las 24 horas al día, dirigidos por los oficiales PNP Benedicto Jiménez y Marco Miyashiro.

Escondite casi perfecto

Abimael Guzmán estuvo escondido en una vivienda de la cuarta cuadra de la Calle 1, en Surquillo –hoy el número 459 de la calle Varsovia–, donde la bailarina Maritza Garrido Lecca, quien salió ayer en libertad tras 25 años de condena, tenía una academia de danza como inocente fachada.

Los agentes Julio Becerra (“Ardilla”) y Ana Cecilia Garzón (“Gaviota”) –cuya historia llegará a la cartelera cinematográfica esta semana– que fingían ser enamorados, entraron a la casa, apenas Maritza Garrido Lecca y Carlos Incháustegui (quien cumplía labores de vigilancia de la vivienda) abrieron la puerta para despedir a sus visitas: su tío, el compositor Celso Garrido Lecca, y la bailarina Patricia Awapara.

Junto con Guzmán, en el segundo piso donde lo escondían, estaban otras integrantes de la cúpula de SL, Elena Iparraguirre (número 2 de SL), Laura Zambrano y María Pantoja.

Al momento de ser detenido, en la operación Victoria, el “camarada Gonzalo” o “El Cachetón”, como se referían en clave los agentes que lo seguían, vestía una casaca negra de cuero y una bufanda gris.

Con su caída se radicalizaron los problemas al interior de SL.

Las siguientes semanas, el Gein continuó capturando a cabecillas del senderismo.

En Memorias de un soldado desconocido, Lurgio Gavilán, quien de niño integró SL, luego fue soldado y, posteriormente sacerdote, dice que “un pueblo solo puede mirar hacia adelante si ya ha mirado hacia atrás”.(Con aportes de Andina)

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